viernes, 28 de febrero de 2014


La velocidad de la luz

Una crítica sobre el libro de Javier Cercas, La velocidad de luz, hace referencia a que es una novela llena de lugares comunes. No soy amigo de leer críticas literarias, pues desde siempre me gustó ir a mi aire. Mas uno también tiene sus momentos de duda y cae en la tentación. Espero que no sirva de precedente de otros comentarios, porque en todo caso yo digo sobre la citada obra: ¡Bienvenidos los lugares comunes! 

En este país parecer ser que, según algún tipo de crítica, la literatura es algo retorcido que no lee ni quien la escribe, mientras que lo demás son concesiones de los literatos a los lectores. Es decir si se lleva violencia, pues violencia; si es sexo, sexo… Cuando se descubre un libro que puede interesar, enseguida los jueces de la literatura salen a la palestras para lanzarse contra todo lo que huela a triunfo merecido. 

En fin a lo que iba, a mí de Cercas me gustó su exitosa novela Soldados de Salamina, y ahora que me he atrevido con La velocidad de la luz, también me ha resultado atractiva. Desde el primer momento estuve amarrado, con gusto, a sus páginas a pesar de no ofrecer una historia llamativa. Ahí está su grandeza: ofrecer literatura, que entretiene, de acuerdo con un argumento sobre la vida misma, donde se dan cita el dolor, la culpa, el triunfo, la derrota y hasta un escritor que narra y reflexiona sobre esas realidades.

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