miércoles, 11 de julio de 2012


Hazañas Bélicas

El tebeo de guerra por antonomasia era en mi etapa de infante, sin lugar a equivocarse, Hazañas Bélicas, y Boixcar (1917-1960) el dibujante preferido por la mayoría de los seguidores del citado cómic, tanto que algunos intentábamos imitarlo emborronando papel en blanco mediante la copia sin éxito panzers, stukas, marines estadounidenses, soldados japoneses o alemanes de la Wermatch.

El cuadernillo que periódicamente esperaba su llegada a los kioskos era para mí una sorpresa desde el momento en que sabía de antemano que nuevas aventuras animarían mi tiempo de ocio en aquellos lejanos 60.  Desde luego, Boixcar nos trasladaba a la jungla birmana, al desierto de Libia o las frías llanuras de la URSS, siempre con acierto y calidad en todos los sentidos porque sus historias iban más allá del espíritu guerrero. Aquellas hazañas me hacían pensar, como cuando leía las viejas fábulas latinas, ya fuera en el vagón de un tren durante el largo viaje que anunciaba las vacaciones o a la sombra en las calurosas tardes veraniegas.


domingo, 8 de julio de 2012

La cuerda floja

Lygia Bojunga Nunes (1932) es sin duda la mejor escritora brasileña de literatura infantil y juvenil, avalada por numerosos premios, entre ellos los más prestigiosos a nivel internacional como el Hans Christian Andersen y el Astrid Lindgren Memorial Award –éste por el conjunto de su obra-.
Sus libros han sido altamente recomendados en Europa, y uno que es curioso se puso enseguida al día de la obra de esta autora en lengua portuguesa gracias a la revista Fadamorgana, número 12, la entrega más reciente de la imprescindible publicación gallega sobre literatura infantil y juvenil.
El primer libro leído por mí de autoría de la escritora brasileña es el quinto de su cosecha, en concreto La cuerda floja (1979) –Corda bamba-, en el idioma original. El relato se centra en la difícil adaptación de una niña, María, que ha perdido a sus padres en un accidente en el circo donde trabajaban. Con el apoyo de la mujer barbuda y el tragafuegos,  la protagonista muestra el camino de una pequeña que ha sufrido una importante pérdida y se encuentra amenazada en su libertad por una sociedad encumbrada y acostumbrada al todo se compra, todo se vende.
 El título del libro sirve para recordar que aún caminando por la cuerda floja se puede llegar a ser una persona digna como la que más. El libro conoció una adaptación televisiva en Suecia y estrenos teatrales en varios países europeos.
Un buen comienzo en el primer acercamiento a la obra literaria de Lygia Bojunga Nunes, mediante la lectura de La cuerda floja, un libro editado en sexta reimpresión por Alfaguara, rescatado de las baldas de una tienda de segunda mano ya desaparecida.




martes, 3 de julio de 2012



Caminos de Osvaldo Soriano

Apalancados junto a otros de su condición estaban varios libros en la zona de saldos de un gran almacén. Su aspecto era saludable, nuevos y brillantes portadas, además tenían nombres de autores realmente interesantes. Uno de ellos me llamó la atención. Ché!, un viejo conocido para mí, Osvaldo Soriano (1943-1997), de quien ya había disfrutado con sus simpáticas ocurrencias en Triste, solitario y final, que me hizo cogerle más cariño al flaco (un alias muy utilizado por los argentinos), sí a Stan Laurel, pero sin olvidarme de Oliver Hardy.

Bueno, los caminos de la literatura son largos, no se acaban en los cruces, si no que continúan avanzando en las direcciones más insospechadas. Por eso, quién le iba a decir que de aquella novela de serie negra, también con un Marlowe en el reparto, sería el inicio de una relación estable del escritor de Río de la Plata con los lectores para desgracia de otros ilustres juntaletras en teoría formados en las universidades.

En otra dirección, pero con la convicción de entretener, más que formar, Soriano también escribió de otros ámbitos, como, por ejemplo en Una sombra ya pronto serás. Del título no hay nada que decir, los que aprecien el tango ya saben de qué va. En cuanto al argumento de este libro recuperado por mí de un fondo de oportunidades, semeja a esas películas que los norteamericanos llaman road-movies, si no me equivoco, pero con el fondo de una Argentina en plena decadencia, donde como en la vieja canción compuesta por Gabino Coria Peñaloza, y cantada, entre otros, por el Morocho, el protagonista está a punto de caer como ese camino cubierto de cardos que la mano del tiempo su huella borró.











Letras de poeta galés
Dylan Thomas (1914-1953) es uno de los poetas británicos con mayor proyección internacional, medio siglo largo después de su temprana desaparición, la cual no impidió que su obra se mantuviera accesible con constantes ediciones hasta la actualidad.
La lectura de algunos relatos cortos me puso en contacto con la poesía de Thomas, hasta el punto de buscar cualquier libro en el que figurara el nombre del escritor. En esa etapa me encontré con este libro de cartas de Ediciones de La Flor -como me había pasado antes con las de Raymond Chandler-. Su lectura sirve para descubrir aspectos personales desconocidos y romper con algunos tópicos sobre el escritor encumbrado que fue Dylan Thomas.
Constantine Fitzgibbons explica en el prólogo que “en algunos casos y sobre algunas de sus mejores cartas, los comentarios son irrelevantes. Muchas están escritas como conversaciones. La conversaciòn de Dylan Thomas era notable: podía ser ingeniosa, obscena, profunda -especialmente cuando se discutían poemas- pero casi nunca giraba sobre abstracciones. Y siempre estaba dirigida ala persona con quien Dylan hablaba: era comunicación, no exhibición. Por eso tenía tantas amistades,  y hacía amigos de todas las clases rápidamente. Si le gustaba una persona ponía en ella su atención indivisa, ya fuera un cartero encontrado en un taberna galesa o un ganador del Premio Nobel en un restorán neoyorquino y con ambos hacía lo más que podía por agasajarlos. Se amoldaba a sus temperamentos y a sus mundos. Por eso tantos de sus incontables amigos tiene de él una visión tan diferente”.
El primer libro que leí de Dylan Thomas fue El visitante y otras historias, editado por Nostromo (Alfaguara) 1975. Otras obras, además de las poesías completas, que con el tiempo disfrute fueron Las hijas de Rebeca y Retrato del artista cachorro.





Madrid terminado en Z

Los años ochenta del siglo pasado, dicen las crónicas, propulsaron la entrada de la ciudad de Madrid en el circuito de urbes con proyección cultural a nivel peninsular. De ahí que diferentes proyectos largamente pensados se hiciesen realidad en distintos ámbitos con el objetivo de promocionar la capital de España.

Dentro de ese proselitismo, quizás en respuesta a lo ocurrido en la década anterior en Barcelona, el cómic estuvo en ocasiones a la altura de los tiempos, eso sí con apoyo oficial incluido, una costumbre que no se pierde con el paso de los años, pero siempre que se guarde cierta compostura de alineación con el poder gobernante.
Madriz fue el nombre de una revista en la que participó un largo elenco de dibujantes e ilustradores, unos con fortuna otros con menos en sus trabajos editados por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Madrid.
Citar los colaboradores de Madriz es una tarea ardua, por eso el número 10 que ilustra la reseña puede servir para hacerse una idea de dicha publicación que murió a los tres años de edad. En tan poco tiempo no pasó inadvertida, incluso fue criticada por unos y otros, también sufrió retrasos y presiones en contra de torquemadas de la corporación municipal de aquellos tiempos.
A lo que estamos, en aquella décima entrega dieron vida a las páginas con sus estampas -unas costumbristas, otras posmodernas- LPO, Javier de Juan, L. Serrano, Cueto, Martín Marcos, Camus, Rubén, Fernando Vicente, Calonje (autor de la portada de arriba), Keko Godoy, Arranz, Ana Juan, Victoria Martos, F. Del Barrio, Guzmán y OPS.