Hazañas Bélicas
El tebeo de guerra por antonomasia era en mi etapa de infante, sin lugar a equivocarse, Hazañas Bélicas, y Boixcar (1917-1960) el dibujante preferido por la mayoría de los seguidores del citado cómic, tanto que algunos intentábamos imitarlo emborronando papel en blanco mediante la copia sin éxito panzers, stukas, marines estadounidenses, soldados japoneses o alemanes de la Wermatch.
El cuadernillo que periódicamente esperaba su llegada a los kioskos era para mí una sorpresa desde el momento en que sabía de antemano que nuevas aventuras animarían mi tiempo de ocio en aquellos lejanos 60. Desde luego, Boixcar nos trasladaba a la jungla birmana, al desierto de Libia o las frías llanuras de la URSS, siempre con acierto y calidad en todos los sentidos porque sus historias iban más allá del espíritu guerrero. Aquellas hazañas me hacían pensar, como cuando leía las viejas fábulas latinas, ya fuera en el vagón de un tren durante el largo viaje que anunciaba las vacaciones o a la sombra en las calurosas tardes veraniegas.
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