viernes, 28 de julio de 2023



 


































Solo humo
Juan José Millás
Alfaguara -Hispánica-
ISBN 9788420473116
192 páginas
2023

Fotografía: © Antonio Heredia

Argumento

El día en que cumple dieciocho años, Carlos recibe un extraño regalo: la noticia de que su padre, al que nunca trató, ha muerto y le ha dejado en herencia una casa con todo lo que contiene y una vida desconocida a la que asomarse. Examinando los vestigios de esa existencia abruptamente interrumpida, encuentra un manuscrito que narra una historia de amores secretos, de una niña y una mariposa, de amistad y de muerte. ¿Es una confesión real o una ficción?


Declaraciones

"Es que cuando leo un libro que me gusta vivo literalmente dentro de él al modo de una prensencia invisible. Estoy junto a los personajes, ellos no me ven ni me oyen, pero yo los veo andar, cocinar, pensar desnudarse, meterse en la cama... El lector, al leer, cumple ese sueño infantil de ser invisible.

No pretendía hacer un homenaje a nada. Lo es como efecto colateral o secundario. Lo que yo trataba de averiguar al escribir este libro es si la vida se parece a los cuentos, si la vida es un cuento. Y creo que sí, que lo es", Juan José Millás (S.M. Revista L Y MÁS. Nº 68)


Pequeño fragmento

Uno

La madre abrió, sin llamar, la puerta de la habitación del hijo y permaneció observándolo unos instantes con expresión de duda.

—¿Qué pasa? —preguntó el joven apartando la vista del ordenador.

—Carlos…

—¿Qué? —insistió él.

—Tu padre ha muerto —dijo ella.

—…

—Se mató con la moto —añadió tras morderse el labio inferior.

Ese hombre turbio, pensó el joven.

Era cuanto sabía de él, pues se lo había oído mil veces a su madre: «Es un hombre turbio». A lo que solía añadir: «Se desentendió de ti a los cuatro días de que nos separáramos».

Debió de ser muy pronto, pues Carlos no guardaba memoria de su físico. No recordaba haber estado en sus brazos, tampoco que le hubiera cogido de la mano, como los padres de las películas, o también como los padres de la vida real. Había visto a los padres de la vida real de niño, cuando iban a recoger a sus hijos al colegio y cruzaban con ellos la calle, los dos cuerpos, el cuerpo grande y el pequeño, unidos por las manos. Se recordó, de súbito, frente a un urinario de aquel mismo colegio, con la mirada puesta en la pared. Mientras se desabrochaba los pantalones, alguien dijo a sus espaldas: «No tiene padre».

Desde entonces, cada vez que utilizaba un urinario público, volvía a escuchar dentro de su cabeza aquella frase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario