El paisaje y las gentes de Lugo
De su vocabulario de la condición de las distintas parcelas agrarias, se ve bien el amor del lugués por sus prados y labradíos, a los que viste con adjetivos humanados, y muchas veces acariciadores. Nostálgico, lo modera en lo sentimental su capacidad razonadora. Si emigró, quiere volver; pero también se consuela iluminando paisajes en la memoria, recordando romerías, y celebrándolas donde vive, con gaita al fondo.
La tierra de los lucenses es como un gran reino antiguo, tendido desde la montaña de las nieves perpetuas a la ola marina. Montes ásperos, espesos bosques, fértiles valles, anchos ríos y la claridad cantábrica. Y además de las ciudades que se ven sobre la tierra, secretas urbes sumergidas, como la de Valverde bajo la laguna de Cospeito. Hay tesoros ocultos, guardados por hadas o por moros. La gente con su oscuro acento, canta alegre o melancólica, según los días.
Álvaro Cunqueiro
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