jueves, 6 de octubre de 2011


Chandler en corto

...Con todo esto se acabó la depresión. Mientras recorría de norte a sur la costa del Pacífico en un automóvil empecé a leer revistas de papel barato (pulps magazines), porque costaban lo suficientemente poco como para que se las pudiera tirar y porque nunca me gustaron para nada las llamadas revistas femeninas. Esto sucedía en los días gloriosos de Black Mask (si es que se pueden llamar gloriosos) y lo que me sorprendería era que algunas de las cosas estaban escritas con fuerza, aunque en parte estuvieran sin pulir. Resolví que ésta era una buena manera de aprender a escribir ficción y de conseguir al mismo tiempo un poco de dinero. Me pasé cinco meses trabajando en una novela corta de 18.000 palabras -Blackmailers Don't Shot (1933), traducida al español  Los chantajistas no matan- y la vendí por 180 dólares. A partir de entonces ya no miré hacia atrás, pesar de que muchas veces mirar hacia adelante me llenaba de inquietud. El sueño eterno lo escribí en tres meses...



El extracto de una carta dirigida a Hamis Hamilton y fechada el 10 de noviembre de 1950 recoge las palabras de Raymond Chandler (1888-1959) en relación con sus comienzos de escritor de novela policíaca a la edad de 45 años, cuando ya había pasado por una boyante etapa de ejecutivo en empresas petrolíferas, actividad de la que cayó en picado tras el crack de 1929 y dejó al futuro novelista en el paro como a millones de sus compatriotas. De esta manera me sitúo cuando llega el momento de abordar la faceta de escritor de relatos cortos de Chandler, a la que llegué antes que a la de novelista. De esa manera supe por ejemplo lo que era canibalizar los relatos como decía el escritor estadounidense cuando se refería a aquellos cuentos que luego utilizó para adaptarlos a algunas de sus obras largas más representativas, entre las que figuran la ya citada anteriormente El sueño eterno, Adiós muñeca y La dama del lago.


El relato corto constituye una fuente inagotable para seguir la evolución del escritor que, junto con Dashiell Hamett, sentó las bases de la denominada novela policial o novela negra. Aunque en España, la obra de Chandler se publicó de forma un tanto dispersa, tuvo que ser la editorial Bruguera en la segunda mitad de los setenta la encargada de poner en la calle la obra completa del escritor norteamericano. 

Se pueden comprobar que no son todas las novelas de Chandler, pero hay que pensar en el enorme esfuerzo, inventiva y habilidad para colocar partes y capítulos de diferentes relatos en novelas que en la actualidad continúan cautivando a miles de lectores de todo el mundo.
En diferentes etapas, y con distintas portadas, se editaron y reeditaron los relatos y novelas de Chandler, de quien la primera obra en la colección Novela Policíaca, de Libro Amigo, de la mencionada editorial catalana, fue La ventana siniestra, aparecida en febrero de 1977, a la que siguió Playback -junio de 1978- y luego la primera entrega de relatos cortos Asesino en la lluvia (agosto de 1978). Asesino en la lluvia recoge el relato que da título al libro, El hombre que amaba a los perros, El telón, ¡Busquen a la muchacha! y El jade del mandarín. Asesino en la lluvia y el telón, aparecidas en 1935 y 1936 en la revista Black Mask.


Las tres restantes antes mencionadas también fueron convenientemente canibalizadas para la segunda novela de Chandler: Adiós muñeca. Hay que señalar que los relatos sirven para ver el origen del detective Phlip Marlowe, aunque en ellos aparezca con otros nombres, como Carmady, John Dalmas o John Evans.

Y es que Chandler dijo: "Marlowe nació de las revistas. No es una sola persona"."Marlowe es el desarrollo de un personaje usado en novelas breves". "Mide un poco más de un metro ochenta y pesa unos ochenta y dos kilos. Pelo castaño oscuro, ojos marrones, la expresión regularmente atractivo no lo contentaría para nada. No creo que tenga apariencia de todo, puede serlo. Si alguna vez hubiera tenido la oportunidad de elegir un actor de cine que representara mejor la imagen que yo tengo de él, creo que tendría que haber sido Gary Grant".


Las aventuras del detective continuaron en los recopilatorios editados por Bruguera bajo los títulos Bay City Blues, El simple arte de matar, Sangre española, Viento rojo, Peces de colores y El lápiz. En algunos de los libros a modo de introducción, aparecen opiniones de Chandler sobre la novela policíaca, a la que aportó un nuevo concepto de detective, pues su antihéroe estuvo siempre más preocupado por ayudar a la gente que por ganar dinero. Se puede hablar de una especie de justiciero que piensa que el crimen puede ser derrotado.


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