La historia no oficial del Bosque de los Letrados
Libro sin duda polémico desde el anuncio de su publicación hasta tu esperada salida en la editorial Akal. Se trata de El cura y los mandarines, de Gregorio Morán, y subtitulado Historia no oficial del Bosque de los Letrados, casi 800 páginas que recogen el análisis sobre la relación entre cultura y política en España durante el periodo de tiempo comprendido entre 1962 y 1996. Acorde con el periplo vital y principalmente con las investigaciones llevadas a cabo por el autor, combativo periodista que no deja indiferente a quien se atreve a leer a la citada obra.
Morán advierte en el prefacio de las dificultades en la democrática España del tercer milenio cuando se va a contracorriente de quienes ejercen el poder desde la instancia que sea. En el caso concreto de su libro, el de la cultura, lugar y criadero para aprovechados y trepas de todo signo, como el personaje -Jesús Aguirre- que se convierte en hilo conductor de ese entorno supuestamente letrado que abarca una parte destacada del siglo XX, que va desde el franquismo a la perdida del gobierno, tras cuatro legislaturas, por parte del Partido Socialista (PSOE).
Y en el prólogo, el autor explica, resume, muy bien el tiempo analizado en El cura y los mandarines: "Los minoritarios gestos estudiantiles del 56 en Madrid servían de fermento, pero la vida cultural y hasta política da un salto en 1962. El erial se iba rehabilitando. No se convertía en vergel, porque esos milagros se dan menos en la cultura que en la naturaleza, pero ya no era lo mismo. Una nueva generación pujaba por romper la costra del pasado".
Añade Gregorio Morán que esa visión del posible cambio era en realidad un espejismo. "Ese mundo que renacía en 1962 no era un bosque frondoso, pero tenía una voluntad, un vigor y un entusiasmo que el tiempo iría achicando. Serían siete años más tarde, con los sucesos de ese año terrible de 1969 cuando se perciba una cierta inflexión, apenas detectable entonces; hoy fácil de ver; porque el tiempo otorga perspectiva".
Y desde esa envidiable atalaya, se ve el amplio panorama de las letras españolas de buena parte del siglo XX y algo del tercer milenio, poblado por una curiosa fauna que sobrevive a veces gracias a su capacidad de alianza con los más fuertes, como esos pájaros que limpian los dientes de los temibles cocodrilos. Así aparecen descritos, valga el símil, bastantes intelectuales españoles, desde los vendedores de la guerra que los aupó a los perdedores que supieron adaptarse a las circunstancias, lo cual no impide que Morán reconozca el valor del algunos que no tuvieron a honra a doblar el espinazo gracias a su dignidad, lo cual no se puede decir de quienes por vanidad aparecen ridiculizados en El cura y los mandarines.
Libro sin duda polémico desde el anuncio de su publicación hasta tu esperada salida en la editorial Akal. Se trata de El cura y los mandarines, de Gregorio Morán, y subtitulado Historia no oficial del Bosque de los Letrados, casi 800 páginas que recogen el análisis sobre la relación entre cultura y política en España durante el periodo de tiempo comprendido entre 1962 y 1996. Acorde con el periplo vital y principalmente con las investigaciones llevadas a cabo por el autor, combativo periodista que no deja indiferente a quien se atreve a leer a la citada obra.
Morán advierte en el prefacio de las dificultades en la democrática España del tercer milenio cuando se va a contracorriente de quienes ejercen el poder desde la instancia que sea. En el caso concreto de su libro, el de la cultura, lugar y criadero para aprovechados y trepas de todo signo, como el personaje -Jesús Aguirre- que se convierte en hilo conductor de ese entorno supuestamente letrado que abarca una parte destacada del siglo XX, que va desde el franquismo a la perdida del gobierno, tras cuatro legislaturas, por parte del Partido Socialista (PSOE).
Y en el prólogo, el autor explica, resume, muy bien el tiempo analizado en El cura y los mandarines: "Los minoritarios gestos estudiantiles del 56 en Madrid servían de fermento, pero la vida cultural y hasta política da un salto en 1962. El erial se iba rehabilitando. No se convertía en vergel, porque esos milagros se dan menos en la cultura que en la naturaleza, pero ya no era lo mismo. Una nueva generación pujaba por romper la costra del pasado".
Añade Gregorio Morán que esa visión del posible cambio era en realidad un espejismo. "Ese mundo que renacía en 1962 no era un bosque frondoso, pero tenía una voluntad, un vigor y un entusiasmo que el tiempo iría achicando. Serían siete años más tarde, con los sucesos de ese año terrible de 1969 cuando se perciba una cierta inflexión, apenas detectable entonces; hoy fácil de ver; porque el tiempo otorga perspectiva".
Y desde esa envidiable atalaya, se ve el amplio panorama de las letras españolas de buena parte del siglo XX y algo del tercer milenio, poblado por una curiosa fauna que sobrevive a veces gracias a su capacidad de alianza con los más fuertes, como esos pájaros que limpian los dientes de los temibles cocodrilos. Así aparecen descritos, valga el símil, bastantes intelectuales españoles, desde los vendedores de la guerra que los aupó a los perdedores que supieron adaptarse a las circunstancias, lo cual no impide que Morán reconozca el valor del algunos que no tuvieron a honra a doblar el espinazo gracias a su dignidad, lo cual no se puede decir de quienes por vanidad aparecen ridiculizados en El cura y los mandarines.
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