Jack London (1876 - 1916) fue soberbio meteoro antes que planeta dormido, según su vaticinio, lo cual constituye uno de los principales elementos para reconocer esa característica convierte sin duda al escritor californiano en notable generador de narrativa de aventuras, género, entre otros, que desarrolló con eficiencia durante su corta vida.
De las variadas peripecias protagonizadas por London aparecieron en papel impreso crónicas, relatos y novelas como Aventura, publicada cinco años de su muerte, pero iniciada a bordo de su barco Snark, en tiempos de fama internacional del autor estadounidense.
Considerada inusual dentro de su producción, Aventura, ambientada en las Islas Salomón, resulta autobiográfica pero alejándose del melodrama de otras obras viajeras, se acerca a al enfrentamiento de su protagonista contra adversidades varias en una plantación de cocos. En ella, David Sheldon ejerce de jefe supremo sin ningún tipo de miramientos hacia los trabajadores de otra raza y sexo, personalidad que dice mucho del racismo característico de los colonialistas de finales del siglo XIX.
En contraposición, la entrada en escena de Joan Lackland supone cierto cambio en la mentalidad del protagonista, metido en el dilema del propio autor sobre una raza superior y otros seres en teoría inferiores, que también se apuntan en Aventura, teñido de un borroso romanticismo -comedia- que se impone a otros dilemas fineseculares que el autor tocó desde su perspectiva de hombre involucrado con causas diversas y muy viajado que escribió una novela muy de tiempo con sus brillos y con sus sombras.
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