miércoles, 19 de noviembre de 2014


El libro de viejo

La esfera del libro de viejo se extiendo por calles y plazas y llega tambièn al Rastro, en donde están, como representantes de la cultura, Elías, el Chanela, y alguno que otro que no sabe leer. Alrededor de los libros, de correrlos, de cambiarlos, vive bastante gente; claro que la mayoría mal. Entre los bibbliófilos hay los ricos que compran libros para formar colecciones, y muchas veces para venderlas al extranjero, y los eruditos y los escritores que buscan datos o padecen la bibliomanía, que es una enfermedad incurable.

La horas solitarias
Pío Baroja

Pío Baroja había escrito en su casa de Vera de Bidasoa Las horas solitarias, donde incluía sus impresiones sobre diferentes aspectos de la vida que entraba por sus ojos curiosos y críticos. La obra rematada en 1918 , se abría en la estación invernal y con un artículo sobre su indisimulaba manía de comprar libros, sobre todo de los denominados de viejo. En Madrid, conocía todas las librerías y puestos, incluidos los del Rastro. Con posteridad, ya en la década de 1920, Baroja fue asiduo hasta su muerte de la Cuesta Moyano, donde se le ha levantdo una estatua que domina ese territorio situado al lado del Botánico y cerca del Retiro.

Vicente Díez de Tejada escribía sobre los libros y los libreros de entonces en sus puestos. Su relato se publicó, que aparece aquí recogido, el 24 de agosto de 1913 en el semanal Blanco y Negro, que costaba 30 céntimos de peseta. Las ilustraciones pertenecen a N. Méndez Bringa.


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