viernes, 25 de septiembre de 2015

Preso sin nombre, Celda sin número

Sé que debe haber un mensaje, o una conclusión. Pero eso sería una forma de poner punto final a una historia típica de este siglo, a mi historia. Y no tiene punto final. No he perdido ninguna de mis
angustias, nada de mi ideología, ninguno de mis amores ni de mis odios. Estoy esperando, excitado, apasionado. Sé que en cualquier momento, hoy o mañana estaré de vuelta lanzado a la gran aventura de ser un hombre independiente, un judío independiente. Sé también que el pueblo argentino no dejará de llorar a sus muertos, porque en su historia -muchas veces terrible- ha sabido ser leal a sus tragedias. Sé también que logrará vencer a los paranoicos de todos los extremos, a los cobardes de todos los sectores. Y sabrá ser feliz.
¡Alguien de ustedes miró alguna vez en los ojos a una persona, en el fondo de una celda, que sabe que va a morir aunque nadie se lo dijo? Sabe que va a morir, pero se aferra a su biología que quiere vivir, como una última esperanza, porque nadie le dijo que será ejecutado.
Tengo muchas de esas miradas clavadas en mí.

Cada vez que escribo o pronuncio palabras de esperanza, de confianza en el triunfo definitivo del hombre, me asusto: temo perder alguna de esas miradas. De noche las recuento, las recuerdo, las vuelvo a mirar, las limpio, las ilumino.
Creo que esas miradas, en las que he entrado en las cárceles clandestinas de la Argentina, y que he guardado conmigo una a una, fueron el punto culminante, el momento más puro de mi tragedia.

Están aquí conmigo. Y aunque quiera hacerlo, no podría no sabría cómo compartirlas con ustedes.



Jacobo Timmerman (Ucrania, 1923  Argentina, 1999) defendió los derechos humanos y la justicia
social. Desde el diario la Opinión, atacó constantemente las actividades ilegales tanto de las fuerzas militares y policiales como de las bandas terroristas. En los años 70 los desaparecidos ascendieron a unas 30.000 personas en la Argentina. En abril de 1977, Timmerman fue secuestrado por una facción del ejercito. Sin presentar acusaciones formales contra él se le tuvo preso durante 30 meses, en los que sufrió tortura y se le interrogó sobre su participación en actividades sionistas y de su lealtad a la Argentina. A pesar que la corte suprema indicó que no había razones legales para su detención, y en medio de peticiones internacionales, fue desposeído de su ciudadanía y expulsado de la Argentina.


El libro Preso sin nombre, Celda sin número describe la angustia y desesperación que sufrió el autor como prisionero. Además de privaciones y tortura, estuvo aislado. Describe también  el antisemitismo de algunos oficiales argentinos. Las habitaciones en que se interrogaba a presos judíos exhibían cuadros de Hitler en las paredes. En septiembre de 1979,  fue liberado el periodista..

Tras ser expulsado de la Argentina, vivió primeramente en Israel y después en Estados Unidos, hasta su regreso a la Argentina en 1984. Otros libros escritos por Timmerman fueron los titulados La guerra más larga: la invasión de Israel al Líbano; Chile, el galope muerto y Cuba: un viaje a la isla. Intentó desarrollar una nueva carrera en el periodismo desde la dirección del diario matutino La Razón, pero fracasó. Falleció en Buenos Aires el 11 de noviembre de 1999.



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