miércoles, 28 de septiembre de 2016

Centenario de Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 1916 - Madrid, 2000)



Antonio Buero Vallejo, uno de los dramaturgos fundamentales de la escena española a partir de la segunda mitad del siglo XX (su primer éxito, Historia de una escalera, todo un clásico en la actualidad, se ponía en escena por primera vez el 14 de octubre de 1949), recordaba en sus escritos autobiográficos que acudía al teatro desde niño de la mano de su padre, un ingeniero militar y profesor de Cálculo, cuya nutrida biblioteca "nunca vetada a sus hijos", sirvió al futuro escritor para gozar de los mundos creados por infinidad de escritores de los siglos XIX y XX, aunque también se colaban entre sus preferencias de lector empedernido obras de autores propios de las tablas: Calderón de la Barca, Ibsen o Bernard Shaw. 

Su temprana afición a la comedia, el drama y la tragedia no terminaba en sus lecturas porque a los nueve años de edad recibía un singular juguete como regalo de Reyes, un teatrillo, en el cual podía dirigir ingenuas representaciones a la vez que leía comedias que se publicaban en diferentes colecciones populares que acercaban el teatro al público en general, según reconocía Buero Vallejo, quien recalcaba que aquel juego era el síntoma del autor que llevaba dentro sin saberlo. 

De la infancia procede, ciertamente, casi todo; pero también me he sentido estimulado, para mi realización artística, por los acuciantes conflictos propios o ajenos y por las tremendas experiencias de nuestro país y de nuestro siglo. Pues no todo lo que mueva la creación literaria está -ni debe estar- en la infancia.

La adolescencia constituyó un nuevo avance en su gusto escénico, pues con 14 años, junto a varios amigos creaba lo que denominaba fantasías lúdicas en las que era director, actor, figurante, decorador e improvisador de diálogo.

Con esos juegos irrepetibles me despedí de mi adolescencia. El grupo se fue disipando; nuevas amistades se contraían; preocupaciones adultas sustituían a las anteriores ensoñaciones. Empecé a comprender cómo aquellos entretenimientos habían sido el privilegio de chicos favorecidos por el relativo desahogo de nuestra modesta clase media y que el mundo no era, ni mucho menos, tan paradisiaco. La inquietud social y política me acercó al marxismo. Ingresaba así en la vida verdadera, con sus responsabilidades, sus luchas y sus peligros, y ello me llevó a la cárcel al terminar la guerra. Me sentenciaron a muerte, conmutada más tarde. Pasé años en diversos penales. Como Gorki; podría decir que esos años y lugares fueron también, en buena medida, <mis universidades>. En el trance de elegir profesión yo había optado por la pintura y no por una carrera universitaria, lo que acarreó deficiencias en mi formación que sólo en parte he podido remediar a través de variadas lecturas.

La afición al mundo del teatro queda relegada en la primera juventud de Buero Vallejo, quien se matricula en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, a partir de 1934, año de convulsiones políticas y sociales que le llevan a actuar como secretario de la Federación Universitaria Escolar (FUE). Estalla la guerra civil, y tras un alistamiento como voluntario frustrado por su familia, entra de lleno en el taller de propaganda del sindicato estudiantil que representa, pero en 1938 es movilizado y destinado a los frentes del Jarama y de Aragón, pero no llegó a disparar ningún tiro contra sus compatriotas, porque en la XV División del Jarama es adoptado por el comandante húngaro Oscar Goyran para que participe en el grupo sanitario mediante escritos y dibujos en los boletines que se publicaron durante la guerra. 



El final de la guerra, las prisiones, la condena a muerte luego retirada por 30 años de cárcel y, al final, casi siete años en diferentes penales que avivaron aún más su tendencia literaria, sin que perdiere el pulso de artista plástico que le convirtió en retratista de entre otros del poeta Miguel Hernández, también condenado. Pero Buero insiste en para todos, menos para él, iba para escritor. En 1946, en libertad provisional, empezó a escribir una obra de teatro a la vez que se enfrentaba de nuevo con la pintura al óleo. En 1947 termina Historia de una escalera, tercera comedia que escribía, y galardonada con el restituido Premio Lope de Vega, tras su estreno en 1949 en el Teatro Español de Madrid. 


He vivido desde, desde aquel año hasta hoy, mi intransferible búsqueda de logros escénicos y de personales formas teatrales, dentro de la denodada aventura de los escritores españoles del interior resueltos a crear una literatura crítica y renovadora sin dejarse falsificar ni anular por el franquismo -lo que muchos, por desgracia, no pudieron evitar-, ni por tantos menosprecios sistemáticos de dentro y de fuera. 

Buero Vallejo comenzó con buen pie su carrera teatral pero era consciente de que aquello era el comienzo de una batalla muy difícil en la que el autor, en el fondo, nunca dejó de rastrear en la realidad de los hombres desgarrados entre sus limitaciones y sus anhelos. Pruebas de su búsqueda abundan en la larga lista de obras teatrales como En la ardiente oscuridad, Las cartas boca abajo, El concierto de San Ovidio, La doble historia del doctor Valmy, La fundación, La detonación o Lázaro en el laberinto. 




El teatro de Buero Vallejo, según Ricardo Domenech, es una encrucijada de caminos estéticos y un poderoso y continuado esfuerzo de síntesis de tendencias anteriores, especialmente del realismo y del simbolismo. 

Entender la obra de Buero como el mensaje de un náufrago; un náufrago que tiene plena conciencia de la magnitud de una catástrofe y que, simultáneamente y tercamente, se afirma a sí mismo en la esperanza de salvaguardar ciertos valores esenciales. Se trata en este caso de unos valores esenciales a una cultura y, paralelamente, como es peculiar en la visión trágica de unos valores esenciales a la dignidad de vivir.






jueves, 21 de julio de 2016

Dos de la misma condición


Mujeres de dictadores
Juan Gasparini
Península/Atalaya
196
Barcelona
2002


El refranero popular de España es una fuente constante que personas de toda índole utilizan para hacer una descripción rápida de lo relacionado con lo humano y sus circunstancias, hábito sobre la necesidad de llegar al fondo de una cuestión sin extenderse en reflexiones profundas.  Así existe el que dice: "Dos que duermen en un colchón, se vuelven de la misma condición", lo cual significa que la convivencia estrecha de los cónyuges suele traer como consecuencia que acaben coincidiendo en actitudes y modo de pensar. De eso trata el libro Mujeres de dictadores, del periodista y escritor argentino Juan Gasparini (1949).

La obra sirve a su autor para trazar los perfiles de dictadores contemporáneos de acuerdo con los retratos de sus mujeres. Éstas demuestran que los dictadores del fin de siglo pasado no las contemplan en un segundo plano, como a menudo trasmiten las biografías interesadas. Más bien, como indica Gasparini, el egocentrismo, la arrogancia, el desamor y la manipulación adorna el follaje de los supuestos cuentos de hadas sobre los matrimonios de los dictadores, lugares en los que abundan la pasión y la crueldad. De eso sabían bastante Agusto Pinochet, Ferdinand Marcos, Rafael Videla, Sloboan Milosevic, ya desaparecidos, y también Fidel Castro y Alberto Fujimori, ya jubilados de sus funciones de mandatarios, el primero en algún lugar de Cuba recordando sus tiempos de grandeza y el otro en prisión en su Perú natal.

Las investigaciones históricas y periodísticas son fundamentales para ahondar en el ámbito de los dictadores y, con semejantes apoyos, no es imposible extraer bastante información sobre las mujeres que han poblado la vida afectiva, si en algunos casos de les puede llamar así de conocidos déspotas. Sobre sus andanzas se podría establecer un relato jocoso, pero el citado libro hace énfasis en que todos tienen tras de sí muchas muertes y mucho sufrimiento mantenidos por poderes ilegítimos en los que también colaboran amplios sectores de la sociedad que en este caso no forman parte de la familia sanguínea de los sátrapas.

Gasparini, antes de entrar en materia, recorre la vereda sentimental de otros dictadores como Antonio de Oliveira Salazar, Stalin, Hitler y Franco. Otros excelentes ejemplos de monstruos que surgieron en un mundo de crisis en el que a veces toman el poder como supuestos liberadores, pero que más temprano que tarde imponen sus conocidos métodos de terror. No son todos los que están ni tampoco la media docena que sirven para dar título al libro, pero sí convincentes por sus fechorías que estremecen al pensar que por mucho que nos informen y recuerden el terror, éste reaparece periódicamente como queda demostrado en las distintos periodos de la humanidad.

Como muestra un botón del amplio vestuario del dictador argentino, el general Jorge Rafael Videla, quien tras su fachada de ultracatólico escondía un auténtico psicópata que para nada temía las llamas del infierno que su religión establece para quienes se salen del rebaño. En relación con su amante, el autor reseña:

"Lyda Lombardi no lamentaba haber declinar de formar pareja y tener hijos. En su corazón estaban ausentes las amonestaciones Sólo cabían halagos para el general Videla por su caballerosidad y patriotismo. Varias fotos de él adornaban su vivienda. Una velaba en la cómoda, cerca de la mesa de luz cuando le llegó la muerte el 2 de enero de 2001. Videla supo del fallecimiento pero no solicitó al juez el permiso legal para asistir al sepelio, no comunicó sus condolencias a los deudos. Lyda fue cremada y sus cenizas esparcidas debajo de un árbol añoso, al costado del aljibe de la Plaza Dorrego. Resta por revelar su correspondencia con Videla. Seguramente, Alicia Raquel -su esposa- supo o no quiso imaginar esta saga en un esposo temeroso de Dios, que comulgaba todos los domingos, católico hasta la médula, incapaz de mentirle, e impensable pecando de adulterio, fornicando a sus espaldas" (página 273).



miércoles, 22 de junio de 2016



60 años de Capitán Trueno

El Capitán Trueno, uno de los indiscutibles héroes del cómic  español, cumplía 60 años de su aparición entre mediados de mayo y principios de junio. Dentro de la colección Dan de la Editorial Bruguera, radicada en Barcelona. Las aventuras del denominado jefe de los cruzados españoles aparecían recogidas en una publicación quincenal en forma de cuadernillo de 17 por 24 centímetros. Eran 12 páginas de las cuales la primera era a todo color, la segunda en blanco y negro, habitualmente destinada a la publicidad, nueve ya de las aventuras del personaje medieval y la última en color azul.


Los creadores del Capitán Trueno eran,  en la parte artística el dibujante Miguel Ambrosio Zaragoza "Ambrós" (1913 - 1992), y en la escrita Víctor Mora (1931). Lo que parecía un personaje más del amplio repertorio del tebeo semanal de Bruguera, un tanto inspirado en el famoso Príncipe Valiente, de Harold Foster, -sus primeras andanzas se situaron en tierras de Palestina en tiempos de las cruzadas-,  se convertiría en un personaje de ficción de éxito y con vida propia que dejaría atrás a otros ídolos (El Guerrero del Antifaz, Juan Centella, Cachorro, Roberto Alcázar y Pedrín, Hazañas Bélicas y, como no, los muchos personajes de revistas emblemáticas de la época, tanto másculinas como femeninas),  que irían perdiendo fuelle y allanando el camino hacia una tirada importante para una época convulsa en todos los terrenos. 


Como buen tebeo de la época en que le tocó salir a la busca de un público ávido de aventuras, guionista y dibujante acertaron de pleno al conjugar una imaginación sin límites con una parte gráfica que se adaptaba perfectamente tanto al fragor de las batallas como al humor que se desarrollaba en las historias protagonizadas por el capitán y sus amigos. Crispín, Goliath y Sigrid eran uña y carne con Trueno, mientras que una larga lista de malvados aparecían en  el particular eje del mal que alimentaba de otros seres al popular tebeo.


El tiempo correría a favor del Capitán Trueno durante bastante tiempo, a pesar de los cambios de dibujantes, pues pasó de quincenal a semanal, se lanzarían especiales, revistas, las tiradas se mantendrían razonablemente altas e, incluso, sortearía con elegancia el cambio de sistema político. Es más, en este tercer milenio, el Capitán Trueno renace de vez en cuando en formatos impensables (cine, videojuegos), aunque alguna vez se le haya querido eliminar físicamente con una muerte nada creíble para los seguidores de tan ilustre luchador.


jueves, 2 de junio de 2016

La historia no oficial del Bosque de los Letrados

Libro sin duda polémico desde el anuncio de su publicación hasta tu esperada salida en la editorial Akal. Se trata de El cura y los mandarines, de Gregorio Morán, y subtitulado Historia no oficial del Bosque de los Letrados, casi 800 páginas que recogen el análisis sobre la relación entre cultura y política en España durante el periodo de tiempo comprendido entre 1962 y 1996. Acorde con el periplo vital y principalmente con las investigaciones llevadas a cabo por el autor, combativo periodista que no deja indiferente a quien se atreve a leer a la citada obra.

Morán advierte en el prefacio de las dificultades en la democrática España del tercer milenio cuando se va a contracorriente de quienes ejercen el poder desde la instancia que sea. En el caso concreto de su libro, el de la cultura, lugar y criadero para aprovechados y trepas de todo signo, como el personaje  -Jesús Aguirre- que se convierte en hilo conductor de ese entorno supuestamente letrado que abarca una parte destacada del siglo XX, que va desde el franquismo a la perdida del gobierno, tras cuatro legislaturas, por parte del Partido Socialista (PSOE).

Y en el prólogo, el autor explica, resume, muy bien el tiempo analizado en El cura y los mandarines: "Los minoritarios gestos estudiantiles del 56 en Madrid servían de fermento, pero la vida cultural y hasta política da un salto en 1962. El erial se iba rehabilitando. No se convertía en vergel, porque esos milagros se dan menos en la cultura que en la naturaleza, pero ya no era lo mismo. Una nueva generación pujaba por romper la costra del pasado".

Añade Gregorio Morán que esa visión del posible cambio era en realidad un espejismo. "Ese mundo que renacía en 1962 no era un bosque frondoso, pero tenía una voluntad, un vigor y un entusiasmo que el tiempo iría achicando. Serían siete años más tarde, con los sucesos de ese año terrible de 1969 cuando se perciba una cierta inflexión, apenas detectable entonces; hoy fácil de ver; porque el tiempo otorga perspectiva".

Y desde esa envidiable atalaya, se ve el amplio panorama de las letras españolas de buena parte del siglo XX y algo del tercer milenio, poblado por una curiosa fauna que sobrevive a veces gracias a su capacidad de alianza con los más fuertes, como esos pájaros que limpian los dientes de los temibles cocodrilos. Así aparecen descritos, valga el símil, bastantes intelectuales españoles, desde los vendedores de la guerra que los aupó a los perdedores que supieron adaptarse a las circunstancias, lo cual no impide que Morán reconozca el valor del algunos que no tuvieron a honra a doblar el espinazo gracias a su dignidad, lo cual no se puede decir de quienes por vanidad aparecen ridiculizados en El cura y los mandarines.

martes, 3 de mayo de 2016

Sábado, mediodía


Baja el autobús por la rampa de entrada a la estación de Ourense situada en el barrio de O Pino. Salgo por la puerta del medio del vehículo de viajeros. A mi izquierda, el cuarto de baño público. Allí voy, de allí salgo a los tres minutos. 

Tras la subida de la escalera hacia el vestíbulo de la terminal, mochila al hombro, me encamino al puesto de venta de prensa. Entro en el establecimiento. Saludo al vendedor. Contesta educadamente a mis palabras. 

Veo sobre las estanterías los diarios de este sábado casi primaveral, soleado, pero ventoso. Las verdes hojas de los árboles, las hierbas  y las plantas se agitan fuera de la estación. Lo puedo apreciar desde la ventana a la que me aproximo para ver los periódicos. Busco alguna novedad informativa.

Ahí están las principales cabeceras con sus primeras casi todas iguales. Solo las distinguen sus manchetas y los colores característicos que le dan solera, prestigio o rechazo. Indiferencia en mi caso. Ya no pertenezco a ese mundo de noticias reveladoras, de exclusivas impactantes, de reiteraciones, de perogrulladas, de publicidades encubiertas.

Sigo caminando por el establecimiento, y atrás dejo titulares repetidos, colores y fotografías de La Voz de Galicia, El Faro de Vigo, El País, El Mundo, el ABC. La Región se agotó, está vendida. Son las 12.35 horas.

Cojo la revista de crucigramas, pago, me despido y salgo con la certidumbre de una compra acertada, aunque digan que los días del papel y de la escritura están contados.


jueves, 31 de marzo de 2016



Para que no te pierdas en el barrio, Patrick Modiano

Patrick Modiano dijo hace más de 30 años que en sus novelas no hay una descripción realista de una época precisa, sino una atmósfera turbia que puede recordar los años de la guerra en París. "Quizás sea porque yo nací en 1945 y siempre he tenido la sensación de ser un producto de esos años, y de que, sin esa confusa época, no habría nacido. Son como mi noche original".

Para muchos el múltiple galardonado y Nobel de Literatura de 2014, vuelve a mirar hacia atrás, como ocurre con muchas de sus novelas, pero como pasa en la mayoría de ellas la visión que obtiene no es de un territorio valioso, sino de pérdida de algo. En esa línea está su Para que no te pierdas en el barrio, publicada por Anagrama en su colección Panorama de narrativas.


Argumento

Jean Daragane, un escritor solitario, recibe una llamada telefónica. Un desconocido de voz ligeramente amenazante le habla de una vieja libreta de direcciones que probablemente perdió en un tren que venía de la Costa Azul y lo cita para entregársela. El desconocido se presenta acompañado de una enigmática joven y se interesa por uno de los nombres de la libreta. Ese encuentro llevará al escritor a rastrear en su pasado, a rememorar un episodio de la infancia que marcó su vida: su madre lo dejó al cuidado de una amiga, en una enorme mansión a las afueras en la que el niño veía entrar y salir a extraños visitantes nocturnos. ¿Eran traficantes? ¿De qué? ¿Y quién era aquella mujer? ¿Qué habrá sido de ella? ¿Seguirá viva?

París y su extrarradio. El pasado. Una mujer misteriosa. El temor de un niño a ser abandonado. Un hombre que busca. Un escritor que indaga en una herida abierta que acaso la escritura logrará por fin sellar. Un libro que contiene muchas preguntas y apenas algunas respuestas. Un libro sobre misterios envueltos en las brumas del recuerdo. Un libro sobre un episodio de infancia que quizá explique toda una vida. Territorio Modiano: ecos, fragancias, imágenes como de una vieja película, escenarios evanescentes, personajes fantasmagóricos. Anagrama.


miércoles, 30 de marzo de 2016



El paisaje y las gentes de Lugo

De su vocabulario de la condición de las distintas parcelas agrarias, se ve bien el amor del lugués por sus prados y labradíos, a los que viste con adjetivos humanados, y muchas veces acariciadores. Nostálgico, lo modera en lo sentimental su capacidad razonadora. Si emigró, quiere volver; pero también se consuela iluminando paisajes en la memoria, recordando romerías, y celebrándolas donde vive, con gaita al fondo. 




La tierra de los lucenses es como un gran reino antiguo, tendido desde la montaña de las nieves perpetuas a la ola marina. Montes ásperos, espesos bosques, fértiles valles, anchos ríos y la claridad cantábrica. Y además de las ciudades que se ven sobre la tierra, secretas urbes sumergidas, como la de Valverde bajo la laguna de Cospeito. Hay tesoros ocultos, guardados por hadas o por moros. La gente con su oscuro acento, canta alegre o melancólica, según los días. 




Álvaro Cunqueiro



martes, 29 de marzo de 2016

Ayudante de redacción, aproximadamente a finales de 1986

A Armando Fernández Mazas


"A Francisco Paradela -como a Jacinto Santiago, Roberto Blanco Torres y otros- los mató la sociedad hipócrita, farisaica, envidiosa, rencorosa, maligna y fanatizada que apiñada en torno al Caudillo en Orense, aplaudía y exigía la matanza de sus críticos opositores. Esa sociedad es la verdadera culpable del crimen e importa menos que un desalmado y mercenario falangista haya sido alquilado para hacer el trabajo sucio".


El gerifalte de nombre perruno venía con la lección bien aprendida.Tenía que demostrar que él daba las órdenes. El segundo mandato de Felipe González había envalentonado a los nuevos poderosos.

-Buenos tardes. Ya me hablaron de ti.

Su porte era el de un joven ambicioso que se había curtido en los tejemanejes de empresas adquiridas mediante subasta de todo a cien. Para algo servía ser amigo de los gobernantes que facilitaron cabeceras con las que remontaron sus economías de filibusteros los nuevos mandarines de la prensa.

-Mira. Me parece que ese artículo que estás preparando para salir no está mal escrito, pero, como los anteriores que he leído, no es necesario que se publique porque corresponde a un pasado reciente. Ya sabes que hay un consenso para pasar página sobre la guerra civil y los años posteriores. Con artículos sobre ejecutados y fusilados lo único que se consigue es romper el consenso de pasar página alcanzado por los partidos democráticos de España. No conviene hurgar en heridas aún sin curar.

-A mí me parece su autor un anciano inofensivo y educado que no ha matado a nadie, por eso que una vez a la semana traiga algunos recuerdos reales, no tiene porque molestar a nadie, porque además no aparecen nombres concretos, sólo los de las víctimas.

-Ya, pero la dirección del periódico no está por la labor de crearse enemistades. Comprendes.

-Entiendo que tengo que decirle al viejo que deje los escritos bajo llave para un futuro mejor. Una pena, pues con ser sobre tiempos pretéritos llenan bastante más que todo el aburrido noticiero de esta ciudad de meapilas y franquistas reconvertidos.

-Somos una empresa que apuesta por los nuevos tiempos.

-Bien, entonces, no me meto en política.

-Tampoco es eso, hay mucho que escribir sobre lo que ocurre en la Xunta, las diputaciones y los ayuntamientos. 

-Vale. Es verdad, esos son unos palacios de invierno que se resisten. Pero lo importante es a ver cómo le digo al señor de los artículos que no se le pueden publicar.

Y me quedé sentado, frente a la máquina de escribir, con cara de monaguillo sermoneado por el pater de turno. Me dije: 

-Estos empresarios de nuevo cuño, vienen ahora con que hay que enterrar el pasado. Qué dirá una persona que estuvo toda la vida perseguido, ahora que parecía que una luz iluminaba su último tramo de la vida, van y la cagan con lo de enterrar una mínima parte de la memoria histórica por unos artículos que además iban a leer pocas personas.


"Los nuevos tiempos democráticos, así como la instauración nueva de las autonomías, promovían la arribada multitudinaria al campo nacionalista gallego de la antigua y desacreditada clientela reaccionaria y caciquil, ahora disfrazada de galleguista. Todas aquellas maniobras de confusión y descrédito que se producían en el campo político fueron determinantes que me hicieron continuar en la presentación de aquellos hombres olvidados, con el deseo de pone algo de claridad y disciplina en el enturbiado discurrir de la política".


martes, 19 de enero de 2016

IV Centenario de Miguel de Cervantes (1547 - 1616)  



LA LITERATURA PASTORIL Y CERVANTES: EL CASO DE LA GALATEA

Francisco López Estrada

La Galatea, primer libro de Cervantes

Quise que mi participación en esta ronda de estudios cervantinos fuese un
ejercicio de inteligencia poética, establecido con un propósito de síntesis. Se
me ocurrió llamarla «atalaya pastoril sobre Cervantes", en tanto que establece
en su autor un compromiso de por vida con un género literario. Lo hago
sobre la base de una larga experiencia de lector y crítico de La Cnllatea, que
en 1948 fue objeto de mi estudio en la Universidad canaria de La Laguna
de Tenerife. 1 Son cuarenta años de amor intelectual con la dama cervantina,
y es hora de que diga algo así como una síntesis de estas relaciones: yo he
envejecido, y ella sigue tan pimpante y recibiendo el homenaje de los estudioSOS.
2 Hace cuarenta años parecía tiempo perdido ocuparse de la literatura
pastoril, pero me siento pagado de mis desvelos cuando veo que la crítica
actual cuenta con los factores activos que en la creación literaria de Cervantes
proceden de esta especie literaria. Sin embargo, esto ocurre aún en el círculo
limitado de la crítica activa, que no ceja en planteamientos renovadores
para ajustar cada vez más la inteligencia poética de obras, como son las pastoriles.
que no figuran entre las lecturas del público de nuestra época. Parece
que, en lo que se lee hoy de Cervantes, las obras pastoriles son la última frontera,
la más alejada del tiempo actual, y que lo que cuenta es, como siempre,
el Quijote en primer lugar. los entremeses, las Novelas ejemplares. las comedias,
y aún, con andadores, el Persiles, y circunstancialmente, las poesías. Sin
embargo, ahí está nuestra función: atraer la curiosidad sobre La Ca/atea y,
consecuentemente, sobre los diversos aspectos de la obra de Cervantes relacionables
con la literatura pastoril, en la gran variedad que presentaba en
los Siglos de Oro; y esto no sólo por un afán erudito, sino para entender qué
pudieran haber sido los libros de pastores en la sociedad y en la vida de la
época. Y la primera afirmación irrebatible es que la literatura pastoril fue
para los autores, lectores y oyentes en la segunda mitad del siglo XVI una realidad
poética, tan activa y vivificadora como cualquier otro aspecto de la literatura
de la época. Los escritores de entonces la consideraron como una materia
literaria -argumentos, personajes y formas de expresión- con la que
habían de contar con oportunidad y diligencia en la ocasión conveniente. Y
Cervantes, cuando se propone ser un escritor en la nómina de la época, recibe
y percibe esta exigencia de la realidad que le envuelve de manera inexorable,
y la utiliza para escribir la obra con la que pretendía acreditarse como escritor.
En consecuencia, sobre Cervantes se precipita el requerimiento inevitable
de las diversas formas genéricas pastoriles; él, junto con los demás, recibe
este imperativo creador como un cauce que le permite establecer la comunicación
literaria con los lectores y oyentes adecuadamente preparados para este
efecto, o sea, lo que se llama un «público». Las diversas modalidades pastoriles
abarcan un arco muy amplio de la sociedad, diversificado según los grupos
genéricos: canción popular, farsas, égloga lírica y dramática, diálogos y
libros de pastores. A veces, los críticos de la literatura nos empeñamos en
destacar la originalidad de los autores que estudiamos, y dejamos en la penumbra
este requerimiento propio del género literario que actúa, entonces como
hoy, sobre el escritor...

Para leer el texto enterohttp://cvc.cervantes.es/literatura/cervantistas/coloquios/cl_I/cl_I_13.pdf





De Galatea no se entiende que aborresciese a Elicio, ni menos que le amase; porque a veces, casi como convencida y obligada a los muchos servicios de Elicio, con algún honesto favor le subía al cielo; y otras veces, sin tener cuenta con esto, de tal manera le desdeñaba que el enamorado pastor la suerte de su estado apenas conoscía. No eran las buenas partes y virtudes de Elicio para aborrecerse, ni la hermosura, gracia y bondad de Galatea para no amarse. Por lo uno, Galatea no desechaba de todo punto a Elicio; por lo otro, Elicio no podía, ni debía, ni quería olvidar a Galatea. Parescíale a Galatea que, pues Elicio con tanto miramiento de su honra la amaba, que sería demasiada ingratitud no pagarle con algún honesto favor sus honestos pensamientos. Imaginábase Elicio que, pues Galatea no desdeñaba sus servicios, que tendrían buen suceso sus deseos. Y cuando estas imaginaciones le aviva[ba]n la esperanza, hallábase tan contento y atrevido, que mil veces quiso descubrir a Galatea lo que con tanta dificultad encubría. Pero la discreción de Galatea conoscía bien, en los movimientos del rostro, lo que Elicio en el alma traía; y tal el suyo mostraba, que al enamorado pastor se le helaban las palabras en la boca, y quedábase solamente con el gusto de aquel primer movimiento, por parescérle que a la honestidad de Galatea se le hacía agravio en tratarle de cosas que en alguna manera pudiesen tener sombra de no ser tan honestas que la misma honestidad en ella[s] se transformase.

Con estos altibajos de su vida, la pasaba el pastor tan mala que a veces tuviera por bien el mal de perderla, a trueco de no sentir el que le causaba no acabarla...






lunes, 4 de enero de 2016

Las historias de Pat Hobby


Las diecisiete historias de este libro figuran entre lo mejor de F. Scott Fitzgerald, el gran narrador americano. Un personaje clave: Pat Hobby, guionista fracasado en el Hollywood deslumbrante de los inicios del cine sonoro, hombre mínimo y tembloroso, siempre entre la audacia y la timidez, ansioso de ayudar y salvarse, orgulloso y tenaz -pese a la clara conciencia de su fracaso- y reflejo en cierto modo del autor, centra la serie de relatos. Las historias fueron apareciendo en publicaciones periódicas a medida que las necesidades económicas obligaban al autor a ahondar en su drama personal, y a través de ellas pueden seguirse las crisis de fecundidad y de desánimo de un hombre que se sentía testigo de una época -la América de entreguerras-, que se encaminaba con ciega frivolidad hacia la segunda gran catástrofe del siglo.

El libro que recoge las historias de Hobby está relacionado con una de las partes de la obra de Scott Fitzgerald que permanecía inédita hasta el año 1962. A este respecto, una de las personas que se encargaba de recibir los originales enviados por el escritor reconocía que el autor se encontraba en un periodo de recuperación del alcoholismo, a pesar de haber caído en el olvido impensable a finales de los años 20 y la década siguiente del siglo pasado, lo cual no constituía un obstáculo para que Francis compaginase su trabajo de guionista en la Universal con la creación literaria.

Scott Fitzgerald creó el personaje de Pat Hobby cuyas aventuras y adversidades en el Hollywood de comienzos del cine sonoro pudieron haber sido más si no se cruzase la prematura muerte en el trayecto vital del autor cuando contaba 44 años de edad. No obstante, pese a las insufribles condiciones de vida un escritor veterano que aún pensaba en renacer de sus cenizas, el personaje de dichas historias ocupa en la actualidad un lugar importante en las creaciones de Fitzgerald.

"El libro de Pat Hobby, ya había sido intentado por su creador en distintas ocasiones, aprovechando aquellas oleadas de popularidad que crecían y decrecían como las olas de una marea. Había tiempos en que los libros de Fitzgerald, y aun las películas sobre guiones de este autor, o las obras de teatro, daban buen dinero a los promotores. No obstante, aquel libro de Fitzgerald, justamente la colección de historias Pat Hobby, parecía condenado a permanecer ignorado por y para siempre. Como el propio Scott había escrito, parece que Fitzgerald no daba dinero últimamente. No era comercial. Y posiblemente sí iba a ser comercial convertirse de la noche a la mañana en biógrafo y autoridad sobre Fitzgerald. En las primeras de aquellas historias Pat Hobby, ya profetizaba: "He tenido un largo y cansado tiempo de espera... ¡He esperado tanto!". Arnold Gingrich. 7 de marzo de 1962. Nueva York.


Francis Scott Fitzgerald (1896-1940). Hijo de católicos de origen irlandés, curso estudios sin terminarlos en la Universidad de Princeton. Incluido en la llamada generación perdida, saltó tempranamente al mundo literario con la novela A este lado del paraíso (1920), libro en el que ya apuntaba algunas de las excelencias creativas que le colocaron entre los mejores literatos de los  20 y 30 del siglo pasado en  Estados Unidos. Entre escritor de culto y clásico de manual indiscutible de aquellos  años, en contacto directo con dos artes en plena expansión el jazz y el cine, Fitzgerald conoció el éxito gracias a otras obras como Hermosos y malditos (1922), El gran Gatsby (1925), La edad del jazz (1933) y Suave es la noche (1934), lo cual no impidió que a finales de los treinta tuviese que subsistir mediante trabajos poco  agradecidos.